lunes, 31 de marzo de 2014

La guerra privada y la sociedad rehén

"Los otros muertos", de Manfroni y Villarruel, y el reverso cultural del "Nunca Más".

La guerra privada y la sociedad rehénescribe Carolina Mantegari
Editora del AsísCultural,
especial para JorgeAsísDigital
“Los otros muertos”, de Carlos Manfroni y Victoria Villarruel, intenta representar, con suerte relativa, el reverso cultural del “Nunca Más”. Pero induce a tratar, por definitiva vez, el trillado “género literario de los ’70″ (según la acertada concepción de Pablo Avelluto). El calificativo “trillado” nos pertenece.
No obstante, la guerra privada de los años ’70 parece ser literariamente inagotable. Equivalente -para la producción literaria de Francia- a la ocupación alemana de los ’40. Fenómenos que cuesta superar.
En nuestro caso, un conjunto de textos gravitantes permitieron reflejar aquella guerra privada. Desde el punto de vista, parcial y testimonial, de la militancia. O del humanitarismo, el refugio adoptado por los intelectuales que primero fueron militantes y después se entregaron a la aventura de testimoniar las peripecias del combate.
Se asiste entonces a una multiplicidad de textos. Reiterativos e innumerables. A los efectos de diseñar un balance con algún rigor sólo quedan cinco o seis libros indispensables para entender la época, siempre desde el enfoque de la militancia, objetivamente tendencioso. El abanico puede abrirse con el clásico “Ezeiza”, de Horacio Verbitsky, o con “Recuerdo de la Muerte”, de Miguel Bonasso, o con los densos tomos de autoayuda revolucionaria que reflejan “La Voluntad”, de la dupla Anguita-Caparrós. Habría que incluir también el menos divulgado “Monte Chingolo”, de Gustavo Plis-Sterenberg, que trata la etapa desesperada del ERP y el suicidio del ataque entregado. Y sobre todo “La buena historia”, novela de José Amorim que pasó literalmente inadvertida.
Se trata de títulos liminares que fueron complementados por un par de excelentes biografías. Como “Todo o Nada”, de María Seoane, dedicada a la peripecia de Roberto Santucho, y especialmente “Galimberti” de la dupla Cavallero-Larraqui. Debieran rescatarse también, para tener una idea más acabada del delirio, las Memorias de Gorriarán Merlo, que resultan más nutritivas que las justificaciones literarias de Roberto Perdía. Sin desdeñar tampoco otros productos menos ambiciosos, y bastante bien fundamentados. Como el meticuloso trabajo que indaga en el período clave del diario “Noticias”, de Gabriela Esquivada. O “Doble condena”, de Alejandra Vignolles, con un sobrio y ajustado relato sobre la epopeya de Roberto Quieto.

Excesos de la represión y de la reparación

La guerra privada y la sociedad rehénEsta literatura parcial sobre los ’70 no tuvo una relevante vocación por la autocrítica. Pero sirvió como base anticipatoria de la onda oportunamente reivindicativa que el kirchnerismo venía a instaurar. Con una penitencia explícita hacia los excesos de la represión que derivaría, penosamente, en los excesos de la reparación.
Incluso La Cámpora (hoy tratada por Sandra Russo en “Fuerza propia”), organización que apuesta por la continuidad del kirchnerismo, mantiene también un origen expresamente literario. Es “El presidente que no fue”, acaso el texto menos afortunado de Bonasso, que supo instalar la nostalgia por la revolución que pudo haber ocurrido. Si Perón (la presencia inmanente que revolotea en todas las obras), al circunstancial Cámpora, le hubiera permitido continuar con la presidencia prestada en 1973.
La moda literaria de los ’70 se extendía, en consonancia con la política emblemática que implementaba Néstor Kirchner, que descolgaba cuadros mientras reponía los rencores de la problemática que el menemismo, en su error, creyó haber superado por decreto.
En simultáneo, y por acumulación, la onda alcanzó la extraña monotonía del agotamiento. Hasta registrarse un cierto desencanto por la cantinela monocorde de la denuncia. Y un cansancio por la reiteración esquemáticamente testimonial de los dolores que abrumaban, e iban a construir la necesidad de una réplica.
Los que no se sentían representados por la facilidad interpretativa, y que atendían -seamos justos- las razones del otro bando. Y a los que no se podía cargar con la incómoda estampilla de “genocidas”.
Consecuencias previsibles de la desigual guerra privada. Desatada, en los setenta, entre las organizaciones radicalmente revolucionarias y las institucionales fuerzas armadas que descendieron históricamente hasta utilizar la imperdonable metodología similar. El espanto del terrorismo faccioso fue superado, al fin y al cabo, por la virulencia del terrorismo estatal.
Las espectaculares acusaciones violentamente recíprocas de ambos contendientes dejaron afuera al enorme sector de la sociedad, que quedaba en carácter de rehén. La sociedad que los padecía a ambos. Con ciudadanos que pagaban impuestos y se disponían, a pesar de todo, a trabajar y hacer lo suyo, a disfrutar de los atributos que les garantizaba el preámbulo, amar y tolerar el peso de los días mientras sonaban los estampidos. Y que iban a ser sindicados como cómplices por no escuchar los gritos anulados de las torturas, por no tomar oportuna consciencia de las desapariciones. Es precisamente la sociedad rehén, de la guerra privada, la que aguarda, hasta hoy en vano, su respectivo tratamiento literario.

La otra mirada

La guerra privada y la sociedad rehénLa literatura de la réplica, o de la reacción, dista de ser necesariamente reaccionaria.
Si se rastrean sus orígenes, debiera citarse al periodista Carlos Manuel Acuña, con su irregular “Por amor al odio”. Un texto militante pero al revés, plagado de indignaciones básicas. Fue el que permitió inferir la existencia de un mercado amplio y disponible, que aguardaba, en condiciones de consumir otra interpretación de los mismos hechos.
Aquí se impone rescatar los libros iniciales de otro periodista, Juan Bautista Yofre, siempre signado por el encanto del enigma. Con textos exitosos como “Nadie fue” y “Fuimos Todos”, hasta llegar a “El Escarmiento”, el ensayo más logrado de la serie que se eleva como indispensable para indagar los fundamentos de la otra versión.
Conjuntamente con la obra de Yofre, debiera rescatarse también la literatura de Ceferino Reato. En especial la “Operación Traviata”, que alude al inconcebible asesinato de José Rucci, que Montoneros aún no tuvo la franqueza ética de asumir, aunque a esta altura sea innecesario. Con “Traviata”, Reato produce un enfrentamiento tácito entre intelectuales desconfiados que se sospechan, más que un debate teórico inspirado en la diferente interpretación política. Categorías que complementa con “Disposición Final” donde se alude a entrevistas del autor con el General Videla. Y sobre todo al espantoso asunto contable de los muertos. Si fueron 7 mil o los canonizados 30 mil.
La noción del arrepentimiento ético -que deriva en hecho literario- es aportada por Héctor Leis. A través del intenso “Testamento de los ’70″. En Leis, el deseo catártico de esclarecimiento se presenta como una reconfortante autocrítica, aunque, en el fondo, aquí nadie quiera ya discutir, ni corregir más nada.
Para cualquier estudio medular, el texto de Leis podría tomarse como una continuidad de “Montoneros, la soberbia armada”, de Pablo Giussani, publicado hace treinta años atrás. Durante el esplendor de “la democracia recuperada”. Años de Alfonsín.
Es entre esta franja de la reacción, desde el otro ángulo, otra campana o mirada, donde debiera situarse también a Carlos Manfroni. Con el efectismo explícito de su opus “Montoneros, soldados de Massera”. Aquí Manfroni brinda la información, siempre atractiva, a veces indigerible, que convoca a consolidar las manías conspirativas que infortunadamente cautivan.
La guerra privada y la sociedad rehénEn dupla con Victoria Villarruel, ahora Manfroni insiste con esta onda literaria de la revisión. Con la réplica lícita que reclama por el respeto hacia sus propios muertos, los “civiles del terrorismo”, con quienes la historia considera que “está en deuda”. “Los otros muertos” se inicia con el razonamiento típico de los revisionistas que reclaman la imposible equiparación. E incluye, en su primera parte, las selectivas historias de fácil conmoción, que ilustran la obviedad del propósito. Como la del asesinado ex ministro Mor Roig, que desacomoda hasta a los radicales. Y se cierra con la lista anunciada de las 1.094 víctimas. El reverso cultural del “Nunca Más”. Con los muertos que no tuvieron, al menos hasta hoy, el menor espacio moral para que florezca ningún tipo de reconocimiento. Editó Sudamericana, 319 páginas.
Carolina Mantegari
para JorgeAsisDigital.com
permitida la reproducción sin citar la fuente.
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El Enemigo, El Sucesor y El Esmerilado

SERGIO, MAURICIO Y DANIEL (2da. Época): “A veces una huelga/ les arruina el alma” Mario Benedetti.

El Enemigo, El Sucesor y El Esmeriladosobre informe de Consultora Oximoron
Redacción Final de Carolina Mantegari,
especial para JorgeAsísDigital

Introducción
Bajada de línea

Designarlo como enemigo a Sergio.
Preferirlo como sucesor a Mauricio.
Esmerilarlo a Daniel.
En su resistente declinación, el cristinismo logra mantener, pese a la plenitud del desgaste, el control de la iniciativa. Impulsa delirios de relativa magnitud que despiertan perplejidad y admiraciones.
Niega el ajuste que en simultáneo ejecuta.
Desmiente su propia mentira sobre el crecimiento.
Tergiversa con desenfado la realidad para construir la realidad del circuito cerrado. A través de la producción permanente de microclimas. Con la fantasía que aún pueden quedarse. Con la pretensión de dominar. Y -curiosamente- domina.
Nada más rotundo que el cristinismo para conocer las limitaciones de la dirigencia (y la sociedad) argentina.
Osiris Alonso D’Amomio
Director- Consultora Oximoron
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1.- Milton compite con Juanjo

Entre tanto desvarío el cristinismo debe, invariablemente, comerse una huelga.
Es precisamente aquí donde la bajada de línea, con que se inicia el informe, adquiere ribetes de patología.
Es cuando Milton Capitanich, El Premier, un gobernador que supo dilapidar el imaginario de un cuadro sensato, destruye su credibilidad para competir en la práctica con Tito Lusiardo, alias Juanjo.
Porque Capitanich emerge como el jefe (involuntario) de la campaña presidencial de Sergio Massa, Aire y Sol II. Al extremo de sindicarlo como el verdadero beneficiario. Instigador del próximo paro del 10 de abril, que amenaza con ser importante. Garantía exclusiva de paralización, que invoca un clásico poema de Mario Benedetti.
“A veces una huelga/ les arruina el alma”.
El Enemigo, El Sucesor y El EsmeriladoPor lo tanto Capitanich, para complacer a La Doctora, acentúa el carácter de enemigo que se le asigna a Massa.
De los tres protagonistas de la miniserie, en esta segunda época es Massa quien desafía el poder cristinista (que supo compartir). Y hasta se atreve a modificarles los ejes de la agenda.
En su error, Capitanich y la prensa subsidiada del cristinismo lo suman gratis, a la Franja de Massa, como de paso, a Hugo Moyano, El Charol, y al progresista Michelli. Como sí ambos mantuvieran la misma posición de Luis Barrionuevo, el Viejo Harry (como lo llamaba Triacca). Quien, de apoyar como presidenciable a De la Sota, pasó a apoyarlo a Massa.
Sin percatarse, acaso, que De la Sota se replegó, es cierto. Pero fue sólo para tomar aire renovado y abrir otra ventanilla. Para las filas del peronismo disperso.

2.- Miedo de Crecer

Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, suele elevarse como la apuesta más consistente de La Doctora.
Pero la jugada está tan divulgada que ya la trafica cualquier locutor del cable.
Aquí Oximoron se permite dudar. Significa no comprar el cuento de que La Doctora quiere que el próximo turno (engañoso) este reservado para el “no peronismo”.
No hay que creer ni en la renguera del perro ni en las tribulaciones estratégicas de los peronistas. Siempre -según el Informe- “la mandan cambiada”.
El Informe se permite impugnar también otra idea instalada. Que si se viene nomás el turno “no peronista” es una consecuencia exitosa, calculada por la inteligencia perversa de La Doctora.
Al contrario, si en 2015 se impone la “acción y aventura” del “no peronismo” será como reflejo pavloviano de los desastres seriales que deja, como balance, la desperdiciada década Kirchner-cristinista.
Los “no peronistas” tendrían -como evaluación- que cuidarse. Sin permitir que prospere el relato que les tergiverse la eventual victoria. El regreso al gobierno. A la acción y -como siempre les corresponde- la aventura.
Como expresión institucional del macricaputismo, el PRO es un conglomerado gerencial de amarillos que evocan el “Miedo a volar”.
El Enemigo, El Sucesor y El EsmeriladoEs el título de la novela de Erica Jong. En el PRO lo que aparece, en cambio, es el Miedo de Crecer. Abunda una cierta ineptitud estructural para proyectarse nacionalmente. Les permite el florecimiento de la nostalgia anticipada, por la pequeñez perdida.
Con Macri fuera del juego local comienza a cimentarse el riesgo interno por la sucesión, en el Artificio Autónomo de la ciudad.
Son muy pocos los que se muestran convencidos que el sucesor deba invariablemente ser Horacio Rodríguez Larreta, El Carismático de Mataderos y Soldati.
Para liberarle de dificultades el ascenso, incluso despacharon a la abnegada señora María Eugenia Vidal, La Muchacha del Flores de Girondo, para pregonar en la provincia (inviable), con suerte relativa, sobre los atributos del macricaputismo.
Aparte, a la señora Gabriela Michetti la tienen muy entusiasmada con el proyecto nacional. Y con la potencia de su vínculo político amistoso con Ernesto Sanz, La Esperanza Blanca (cliquear). Es el radical que los macricaputistas ambicionan mantener como compañero de fórmula de Mauricio. En segunda vuelta, sería -confirman- invencible.
Sería lo mejor, en todo caso, para Horacito El Carismático. Porque el acercamiento con los radicales les permitiría anular los efectos nocivos de la candidatura de Martin Lousteau, El Noble Victoriano. O de la señora Elisa Carrió, la Empresaría en Demoliciones. Alcoyana.
La activación del acercamiento entre los radicales y el PRO es resistido, hasta hoy, sólo por los socialistas que pesan. Los mormones de Santa Fe.
Los que ya saben que “Reutemann va por Binner”.
Significa confirmar que si Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto, es el candidato a presidente del amontonamiento UNEN, Reutemann, Mister Universo 1962, va a esmerarse por acompañarlo a Massa, como vice.
El Enemigo, El Sucesor y El EsmeriladoY si Binner se baja del caballo presidencial para cuidar el territorio, y erigirse como gobernador de Santa Fe, Reutemann, según nuestras fuentes, se decide entonces a pelear por la gobernación.
En una interna de descendientes de inmigrantes suizos que amenaza con ser apasionante. Con fondo entretenido de balazos, cadáveres contables y bunkers protegidos por sus propios dueños.

3.- El Milagro Scioli

Los docentes, para Daniel, resultaron finalmente peores que los policías para De la Sota y Binner. Corporaciones peligrosas.
Daniel sabe que no puede ser el sucesor con La Doctora en contra.
Pero la “Madre de todos los argentinos” se dispone a horadarlo. Esmerilarlo torpemente mientras percibe que no tiene a ningún otro mejor que Daniel, al menos para que le cumpla el rol de Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
Como Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol I, representa un inconcebible milagro político de sobrevivencia, con seguridad va a llegar a la conversación final. Aunque se encuentre, para el profano, lacerado.
Pero sin aniquilar nunca su “fe, su esperanza”. La ideología del vitalismo que le dio ostensibles resultados, y le permite ir “siempre para adelante”. Y sortear los precipicios.
El Enemigo, El Sucesor y El EsmeriladoA Urribarri, El Padre del Marcador de Punta, en cambio, hay que esperarlo.
Es un enigma indescifrable, y aún no comenzó a rodar. Le falta demostrar que su único atributo no es el desconocimiento.
Pero los plazos se reducen. Y ni Domínguez, El Lindo Julián, ni Florencio Randazzo, El Loco, superan el techo de la provincia (inviable) de Buenos Aires.
Para colmo, hablar de Zannini, El Cenador, como candidato, es una travesura del lenguaje. Aunque se lo haga cerrar el emotivo acto de la ESMA, y el chinito despunte con una estudiantina verbal de colegio secundario. Como si fuera todavía aquel preso olvidado, casi irrelevante, que se diseña entre las páginas de la biografía que le dedicó Eduardo Zanini. Casi un homónimo que, en otro exceso inexplicable del lenguaje, se atreve a calificarlo, al Cenador, como “el inventor del kirchnerismo”.
Carolina Mantegari
para JorgeAsisDigital.com
permitida la reproducción sin citar la fuente.
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Se viene la Franja de De la Sota

EL TURNO ENGAÑOSO DEL NO PERONISMO (II): Por afuera del PJV, como La Franja de Massa.

Se viene la Franja de De la Sotaescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
“¿Qué hacemos aquí?”, preguntó José De la Sota, El Cordobés Profesional -según la Garganta- al colega gobernador Beder Herrera, El Eduardista.
Pares que fueron convocados por José Luis Gioja, El Flaco que Vuelve. Para el asado del reencuentro, en Remonta y Veterinaria.
(Otro gobernador creyó que se trataba de un club social. Desconocía a Remonta como dependencia del Ejército).

Churrascos castrenses

El “aquí” es el Partido Justicialista, para el Portal el PJV. El agregado es la “v” de Vegetal (ir a“Cicuta para el Peronismo Vegetal”, cliquear).
Sin embargo, De la Sota persistió en el asado militar. Como El Beder, o el pobre Pérez, El Paco, incluso Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol. O Gildo Insfrán, El de la Provincia Escriturada.
Padecieron, por relativa educación, la melosa perorata de Jorge, El Distraído.
Es -Jorge- el gobernador de La Pampa que supo clavar la garrocha, para elevarse desde Santa Rosa.
De depender de Verna, El Rebelde, Jorge saltó en garrocha hacia el cristinismo más tenaz.
Con la portación sana de fervoroso cristinismo Jorge pareció competir, en la materia, con el ausente Sergio Urribarri, El Padre del Gobernador de Punta.
Es -Urribarri- el precandidato presidencial que cuenta con el discutible atributo de ser un desconocido. Aunque bastante original. En vez de trasladarse hacia la última moda de Nueva York (como Massa, Scioli, Urtubey y Macri), el entrerriano prefirió iniciar el proselitismo geopolítico en China.
Entre los chorizos, las mollejas y los churrascos castrenses, los gobernadores debieron padecer, por si no bastara, también a José Alperovich, El Ruso del Camello.
Está irreconocible -Alperovich- desde que se bajó del camello de Dubai. Junto a su esposa, la senadora Rojkés, La Desplazada.
Se viene la Franja de De la SotaOcurre que Rojkés debió ceder compulsivamente el sitial del privilegio sucesorio. De un tucumano el sabot pasó justamente hacia el rival cultural santiagueño.
Hacia Gerardo Zamora, El Neo Juárez, Radical Kash que aporta, al esquema cristinista, tres senadores invalorables, más siete diputados.
Hasta la siesta de Santiago del Estero hoy consolida el sueño del cristinismo.
Para colmo, Alperovich cree tener resuelto el dilema de la propia sucesión. Bien atada. Consiguió la luz verde de La Doctora para postularlo a José López, El Neolopecito.
Es -López- un viejo crédito del Portal, desde los inicios. El Neolopecito es un baluarte del negocio de la vivienda. Debería confiar en que nadie, en adelante (ni Lanata ni Nico Wiñaski ni Alconada) se le introduzca entre los abnegados sobreprecios del sistema recaudatorio. Fue particularmente desfachatado desde los inicios del modelo productivo. No olvidar el desayuno de trabajo en el Hotel Intercontinental, para presentar el “encargado de los asuntos especiales” (ampliaremos, sólo si viene al caso).
Lo que sorprendió, en cambio, fue el cristinismo tardío y repentino del gobernador Urtubey, El Bello Otero. Como si el salteño quisiera preventivamente desprenderse de la onda expansiva que lo vincula, acaso a su pesar, al diablo Sergio Massa, Aire y Sol II. A través de la orientación medular de la señora Graciela Camaño, La Negra.
Como Urribarri, El Bello Otero amaga también -por supuesto desde Nueva York o Washington- con disputarle la sucesión del modelo transformador a Scioli, quien, si aún se sostiene, es por un milagro. O por su infatigable vocación para poner rostro de mármol e ir “siempre para adelante, con fe y esperanza”, Aire y Sol, Coppertone para Todos (cliquear). Aunque lo hostilicen desde la totalidad de los frentes disponibles. El docente gremial, en primer plano.

El redil del PJV

Hasta que llegó Milton Capitanich, El Premier (cliquear).
Es -Capitanich, El Montenegrino- el gobernador que desembarcó como presidenciable, desde Chaco a Buenos Aires, para producir pronto la decepción más conmovedora de 2013. Hasta transformarse en un maestro de ceremonias. Y estabilizarse en la meseta actual, en carácter de locutor.
Se viene la Franja de De la SotaEl Premier llegó -como se sabe- acompañado del interventor Carlos Zannini, El Cenador, justamente el causante fundamental de su desventura. Consta que la declinación de Capitanich comenzó, para ser exactos, cuando no puso las virtudes del coraje que correspondía, durante la crisis policial de Córdoba. Fue cuando Zannini convenció a La Doctora acerca de la inconveniencia de enviarle gendarmes para ayudar a De la Sota. Se le incendiaba la provincia, pero con el beneficio colateral de acabar con un fuerte opositor. E intervenirle Córdoba.
La irresponsabilidad fue compartida entre El Premier, El Cenador y La Doctora. Pero finalmente lo victimizaron los tres juntos a De la Sota, que debió ponerse las pilas y ocuparse en pleno de Córdoba.
Pudo sobrellevar el incendio y tomó más distancia aún del cristinismo. Aunque, en simultáneo, pugnara por resolver los temas pendientes entre Córdoba y la Nación. Y activar los juicios que se encuentran debidamente estancados en la Suprema Corte. De los que dependen muchos mangos para su provincia.
El ingreso de Zannini y Capitanich desbarató el ostensible esfuerzo que compartían los unificados Gioja y Scioli. Consistía en acercarlo a De la Sota, hacia el redil del PJV. El partidito vegetal que invariablemente va a ser presidido por Fellner. Premio a la constancia, y a la meritoria carencia de ambición.
“¿Que c…hacemos aquí?”, confirma la Garganta que preguntó otra vez De la Sota.
Porque descuenta, según nuestras fuentes, que el manejo cristinista de este PJV sólo le deja una alternativa. Irse. Escaparse. A los efectos de armar algo diferente. Un proyecto que, como corresponde al Cordobés Profesional, ya lo tenía armado. Pensado desde mucho antes de los churrascos castrenses.

El efecto de la Iglesia

Irse del PJV de ningún modo significa irse del peronismo.
Con admirable firmeza, desde las tradicionales vueltas a la rotonda, Massa supo armar La Franja de Massa. A través de la invención del Frente Renovador, para salir por fuera de la estructura del PJV. Pese a las intenciones de evitarlo de Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Alucina Duhalde con la receta imposible. “Massa gobernador/Scioli presidente”. Tortitas negras.
Se viene la Franja de De la SotaDe la Sota también, según nuestras fuentes, se propone la gestación de un invento similar. La construcción del proyecto presidencial a partir de otro sello menos relevante. De los tantos sellos respetables que se ofrecen en alquiler, y no precisamente en liquidación. A los efectos de llevar adelante su manera presentable de entender al peronismo. Un fenómeno “social cristiano”.
Para aplicar -al verbalizado estilo Ruckauf- los lineamientos de la “doctrina social de La Iglesia”.
Con la diferencia que doce años atrás, cuando estaba vigente la sonrisa de Ruckauf, aludir al cuento de la Iglesia producía un efecto incuestionablemente menor.
Pero como definió el Portal, El Vaticano, hoy, representa un nuevo Puerta de Hierro.
La Franja de De la Sota, cuya creación se anticipa, incorpora un poco más de dispersión en la fragmentada cultura peronista. Y fortalece probablemente la creencia en que emerge el turno (engañoso) del no peronismo. Una suerte de ola irresistible. Macri-Sanz.
Para convertir a La Doctora, estratégicamente, a partir de 2015, en la jefa virtual de la oposición.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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lunes, 24 de marzo de 2014

Isabel, La Olvidada

A 38 años del trámite administrativo
que la desalojó del Gobierno 


escribe Carolina Mantegari, 
sobre informe de Consultora Oximoron,
especial para JorgeAsísDigital


1-  EL GOLPE PRO-SOVIÉTICO    
            
          38 años atrás, en un trámite casi administrativo, las Fuerzas Armadas desalojaban del gobierno a la señora Isabel Martínez de Perón. Se resolvía así el previsible problema político. De la manera esperada, desde hacía no menos de tres meses, ante la impotencia (e ineptitud) de la política, y la ceguera reaccionaria de la izquierda cómplice, que después sería la víctima. Y ante la sed de cargos (y de sangre) de los cruzados. 
             El golpe del 24 de marzo de 1976 estaba más cantado –como sostenía la abuela- que la lotería en navidad.

             Argentina –para Oxímoron- es el país donde todo termina mal. Y donde siempre se finge hablar en serio. 
             En la plenitud del desvarío, algunas mentes esclarecidas de la izquierda consideraban la receta ejemplar: “cuanto peor, mejor”. Percibían la radicalización de las contradicciones del sistema. 

            Téngase en cuenta que en su propio auto cremita, en el abril violento de 1976, un venerable escritor (desaparecido) salía de excursión para arrojar volantes que llamaban a la “resistencia popular”. Lo acompañaba un poeta boliviano y cojo (que al cierre del despacho envejece en Bolivia). Y otro poeta candorosamente comprometido. Al que también –pobre- lo desaparecieron..
            En el error fatal del diagnóstico, de la evaluación científica que los entregaba, aquellos heroicos militantes suponían que la probable detención, en el caso de registrarse, iba a constituir la antesala de otra epopeya. Culminaría con otra salida espectacular. Como aquella de la cárcel de Devoto, en mayo del 73. Con el pueblo eufórico que los arrancaría de las mazmorras, para construir el socialismo.
            “Si por lo menos pudiera hacerse un foco liberado en Tucumán” confirmaba aquel escritor, mientras hacía el asado en su casa de Palermo. Diez días antes –informa Oximoron- de desaparecer.

            Triunfaba el “golpe pro-soviético”, como lo calificaba un sector de la izquierda que, en su demencia, decía representar los dictados de la Revolución Cultural China. Sus herederos ideológicos aún hoy desfilan hacia la Plaza de Mayo. Mientras tanto, la izquierda pro soviética existía de verdad. Remarcaba  la conveniencia de apoyar la “línea democrática” de las Fuerzas Armadas. Pugnaba por una salida cívico-militar del “proceso”. Y advertía para “cerrar el paso al golpe pinochetista”. El que preparaba el sector más duro. Ya que los generales Videla, Viola y Harguindegui eran casi democráticos. Blandos. Casi soviéticos.

          
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            2.- LA OLVIDADA

             Después del fracaso previsible de la “dictadura militar”, y después de tantos miles de muertos que despiertan la polémica contable, se pone el acento en las catástrofes expresionistas que generaron los derrocadores sin estrategia. Más que en el destino de la pobre derrocada, que queda sin contención, librada a su suerte. 
             Desde el padecimiento de la prisión en el sur, hasta la utilización material de su figura durante la “democracia recuperada”, Isabel atravesó un conjunto de experiencias límites que no le interesan a nadie. Pudo cobrar algunos mangos durante el alfonsinismo. Para pasar después, de forma definitiva, hacia la actual situación del olvido ingratamente manso. Cotidiano.
             Aunque gobierne en la actualidad una caricatura cultural del peronismo. Triste derivación de aquel movimiento de post guerra que supo gestar su marido.
             Una ideología del poder, siempre invocada desde el interior del poder. Con el complemento inalterable de la justicia social, que setenta años después continúa en estado de bandera, de proclama o mera consigna.
             Pero aquel movimiento terminó piadosamente convertido en un miserable partidito vegetal, fragmentado en diferentes franquicias. Con gobernadores que se comportan como accionistas minoritarios, y que ni siquiera asumen ni defienden el derecho elemental de conspirar.
            Un partido vegetal que no es dado de baja por la bonhomía incuestionable de quien fuera su conductora natural. Es la jueza Servini de Cubría. Quien debería atreverse, otra vez, a conducir este partidito vegetal, inalterablemente moldeado como si fuera de plastilina, por el poderoso de turno, que lo maneja desde la chequera.
             Hoy La Doctora logra la hazaña de domarlo por intermedio de Carlos Zannini, El Cenador. Viene provisto del atributo humillante de ser, ante todo, antiperonista.
             Después de todo, el Justicialismo, como ideología de poder, sirvió como  instrumento útil para privatizar y en simultáneo estatizar.
             Para privatizar lo estatizado y volver, como si nada, y con el mismo rostro, a estatizarlo.
 

 
                                 Ocultismo

Entre tanto pragmatismo explícito, son contados los peronistas que se atreven a rescatar a Isabel de la interpretación más injusta de la historia.
             La pobre viuda se quedó enredada en la madeja aparentemente generada por José López Rega, un divulgador vocacional del ocultismo básico.
             Ocurre que el brujo de verdad, en realidad, era Perón. El que sabía claves de esoterismo en serio y mantenía ciertos poderes reales. En materia de conocimientos, visiones y virtudes energéticas.
             Para la frivolidad de la historia fue López Rega quien quedó convenientemente sindicado como el ideólogo de las Tres A. El creador del Somatén. El grupo violento del comisario que entró para copar en el juego de la muerte. Un juego iniciado por la izquierda (aunque el dato nunca debiera utilizarse).
             La izquierda ingenua prefirió reivindicar siempre la figura mítica de la señora Evita, que servía para dos pasos.
             Primero, para devaluar el significado relevante de Perón. Segundo, para anular cualquier eventual gravitación de Isabel.
             También esa misma izquierda prefiere sobrevalorar la magnitud circunstancial que tuvo Héctor Cámpora.

             La línea de la tergiversación se impuso en diversos frentes. Por lo tanto corresponde silenciar el infortunio de la señora Isabel. Declararla inexistente. Saltearla, incluso, hasta como presidenta constitucional.
             Resta aguardar, apenas, el cese natural de su biografía.

                                                       Carolina Mantegari     

                                   permitida la reproducción sin citar la fuente               
             

                                                     
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LA IZQUIERDA CONSOLIDA A MILANI

El Factor Milani (II)


Estremecedora inocencia
del progresismo radical.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

             “Milani la hizo muy bien” confirma la Garganta.
              La izquierda, con su impugnación movilizadora, lo favorece al teniente general Milani, El Irresistible Seductor de Sexagenarias, protagonista primordial de “El Factor Milani” (cliquear http://www.jorgeasisdigital.com/2014/02/19/el-factor-milani/) 
miniserie venturosa del Portal.
              Con su estremecedora ingenuidad, la izquierda y el radicalismo lo consolidan a Milani como el verdadero jefe. Ante los pares que, hasta hace muy poco, lo resistían.
               La cuestión que hoy Milani los tiene, por su bolso, a todos en su bolsa. Casi rendidos a sus pies. Dispuestos para celebrar hasta sus fiestitas, o legitimar su admirable enriquecimiento. Y hasta para recibir, si viene al caso, alguna apaciguadora moneda de los fondos reservados. A los efectos de resolver cualquier problema puntual de la institución.
              Para comprar borceguíes, componer un camión o cargar de carne las parrillas.

              Apenas Milani encuentra alguna resistencia, según nuestras fuentes, en el Secretario de Seguridad, el coronel (doctor-senador) Sergio Berni, El Licenciado Serial. Quien, si no lo enfrenta, es por un pedido especial de La Doctora, que les ordenó a los dos.
               “Llévense bien, los ministros no los van a molestar”.
               Pero ningún ministro se encuentra en condiciones de molestar a dos de los funcionarios más gravitantes del cristinismo.
               Ni Agustín Rossi, El Chivo Decorativo, en Defensa, a Milani. Y mucho menos la ministra Cecilia que Berni mismo se designó. A la carta.
               Sin embargo, de quien más desconfía Milani es, según nuestras fuentes, de un segundo de Berni. El “Negro Galeano”.
               A Galeano lo degolló Milani en una de sus purgas de Ejército. Pero Berni lo recogió. “No podés perderte éste cuadro”, le dijo Berni a La Doctora, que daba luz verde a cualquier pedido de Milani.
               Y El Licenciado Serial, cuentan, se lo sumó.
 
              Otro foco, más de desconfianza que de resistencia, Milani lo tiene en el Estado Mayor Conjunto, que cree manejarlo como si fuera una dependencia de la Jefatura II. Es donde manda el general Carena, al que Milani no respeta, aunque aquí coincide con todos los que conocen a Carena.
               El inconveniente es que Carena trafica su propia relación especial con Carlos Zannini, El Cenador. Es un armado de las mujeres de ambos.
               Pero como suele suceder en el cristinismo, son los segundos los que, en este oficio, irritan más que los primeros.
               Más que Carena el que lo fastidia a Milani es el general Cundom, Cambá. O El Monito. Comandante –para colmo- Operacional.


            Cartón lleno

              En los setenta, como corresponde, Milani pudo haber sido un meritorio represor en La Rioja y en Tucumán.
              Es precisamente de donde parten las denuncias que motivan que el Cels, el Ganges purificador (que tantas veces lo purificó), le suelte la mano.
              En los ochenta, casi también como corresponde, Milani fue otro carapintada más. Aunque mantenga el pretexto más válido. Haber estado ahí sólo para espiarlos..
              Si se le suma también la sospechada participación en los episodios de La Tablada, Milani ya tiene el cartón lleno.
               “Si estuvo en Tucumán es porque cumplió órdenes, como cualquier soldado”.
               Nos lo dijo un coronel retirado que lo desprecia, pero por cuestiones morales. O, por lo menos, lo despreciaba. Hoy es otro Milani-dependiente.
              Significa confirmar que Milani es, en todo caso, como cualquier otro militar del montón. Con la diferencia que “la hizo bien”.
              Tan bien que se les metió, al cristinismo, por los diversos costados. Hasta llegar a ser el jefe de Estado Mayor General.

              
                 “El preso pude haber sido yo”


               Como todo profesional de la inteligencia, Milani es experto en emitir los mensajes poli-direccionales.
               Trasciende que, para no comprometerlo, antes de invitarlo a cierto casamiento, le advirtieron a nuestro personaje que el padre de la novia estaba preso en Marcos Paz.
               Hasta en la mazmorra se supo lo que Milani le respondió:
               “Voy igual. El preso perfectamente pude haber sido yo”.

                Entonces, hasta los muchos que no lo quieren, hoy lo bancan.
                Aunque  Milani aventure a la fuerza en los Operativos de urbanización.
                “Son Dorregos de colegio secundario” confirma la Garganta.
                Los suele armar con los chicos de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Y con representantes de Madres de la Plaza, la constructora gigantesca y quebrantada.
               Lo bancan aunque manifieste que está compenetrado con el modelo productivo que invoca el cristinismo.
               Lo bancan desde los “retirados” que riegan geranios en los balcones, y toman café en el Solar de la Abadía, hasta los presos.
                Brota cierta corriente de admiración y obediencia. Se sentían traicionados y olvidados, pero no tienen otra alternativa que confiar.
               “Esperan que, en la primera de cambio, les clave un cuchillo tramontina por la espalda” confirma –o desea- otra Garganta.
                Valoran –y hasta justifican- los deslizamientos que le sirvieron para llegar. Desde el manejo de los fondos de la Inteligencia.
                 Concedió, recaudó, les dio todas las listas y los datos que le pidieron. Hasta ganarse la confianza, en principio, de Nilda Garré, que lo miraba deslumbrada desde la cuarta adolescencia.
                 Y después se ganó la confianza de La Doctora, que es -junto a Zannini- quien maneja el “Factor Milani”. Un manejo del que Rossi (el ministro del área) queda recatadamente afuera.
                 El Factor Milani ya extiende su manejo hacia las otras dos fuerzas, hoy apenas complementarias. La Marina y la Aviación.
                 Consta, incluso, que algún jefecito fue a quejarse ante el ministro Rossi. Porque Milani lo “mandaba espiar”.

               
                 Final del relato humanista    

                 Hoy los radicales, como los cruzados de la izquierda, utilizan el Factor Milani para la chicana conceptual. Para gastarla a La Doctora. Con afiches y reproches.
                 La presencia de Milani signa –de por sí- el final del relato humanista.
                 Con una estremecedora ingenuidad, estos opositores hostigan a La Doctora -por Milani- desde la izquierda.
                 Sin tener en cuenta que lo consolidan -a Milani- por derecha. En el plano que le interesa más. Político y militar.
                 No olvidar que el peronismo fue una de las pocas creaciones que al Ejército le salió más o menos bien. Hasta aquí, la única creación.
                 Claro que continuará. ¿Acaso alguien lo duda?

                                                                  Oberdán Rocamora
    
  
      





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jueves, 20 de marzo de 2014

Exigencia dineraria

Oyarbide, Greppi, Liuzzi y el Grupo de Tareas que penetra con violencia un piso 20 de la calle Maipú.

Exigencia dinerariaescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
El Grupo de Tareas “irrumpió violentamente”, con “armas en mano”, en la Asociación Mutual Propyme, de Maipú 311, piso veinte.
Según la “declaración testimonial” del “empresario” Guillermo Alejandro Greppi, “los requerimientos de los funcionarios policiales” se caracterizaban por una “notable agresividad”.
Invocaban un allanamiento “por parte del Juzgado Federal 5”, a cargo del doctor Norberto Oyarbide.
Téngase en cuenta que se trataba del día 19 de diciembre más caliente que se tenga memoria. Como le cuenta el doctor Fernando Torres a Greppi (que estaba ausente) “hubo una exigencia dineraria para abandonar el procedimiento”.
Se arrancó con la “exigencia dineraria” de tres millones, para rebajarla sensiblemente a dos millones quinientos. Por lo tanto Greppi decidió “apersonarse en el lugar”.
Los responsables del Grupo Tareas alegaban que sólo “obedecían órdenes del juzgado para retirarse”.
Por si no bastara, a Greppi le dijeron: “venimos porque aca hay lavado”. La circunstancia de la presumible espuma blanca los legitimaba para “llevarse todo lo que había”. Así se tratara de “dinero efectivo, cheques, computadoras, teléfonos celulares, pendrives”.
Exigencia dinerariaEl infierno módico, para los empleados de Propyme, transcurrió entre las 12 y las 18. Hasta que se registró un llamado providencial “hacia el segundo funcionario”. Se presentó “ante el declarante como Azcona”, o Ancona. “Pidió las disculpas” del caso y de pronto se levantó el feroz procedimiento. Sin acceder a ninguna miserable “exigencia dineraria”.
El final, después de todo, fue casi feliz. La cuestión que a Greppi no le “rompieron el tesoro”, donde guardaba los 5 millones que hubieran saciado la “exigencia dineraria”.
Pero el empresario, honrosamente, se decidía a ponerla.

Decentes y giles

En “Hombre de Gris” se destaca que “robar no es para cualquiera”. Y menos, para los pobres. El libro registra también otra sentencia que funciona como provocación: que la sociedad nunca perdona al funcionario que no fue corrupto, cuando pudo haberlo sido.
Si cualquier funcionario atravesó por una situación ventajosamente semejante y no se enriqueció, no queda, en su círculo social, como un ser decente. Todo lo contrario, queda como “un gil”. O como un pícaro realizado que finge hacerse el decente pero supo hacerla bien.
Realidad desoladora. Compleja.
En una dinámica recaudatoria signada por el despojo, nada hay peor que el cuentapropismo.
Exigencia dinerariaSobre todo durante los finales de ciclo. Y en las antesalas de los finales de año, cuando en el país que arde corresponde hacer la diferencia. Como sea. Ya que se encuentra bien consolidada la creencia que indica que hay que robarle, por las dudas, al otro. Al semejante poderoso que debe ser un sinuoso ladrón. Y si no lo es, debe parecerlo.

Ponerla

El inconveniente, en nuestro caso, consistió en que el señor Greppi no se sentía en la obligación de acceder “a la exigencia dineraria”. No le correspondía ponerla. Aunque la tuviera, como la tenía. ¿Por qué demonios se las iba a dar?
En el furor de la penetración, el jefe del Grupo de Tareas lo llamó aparte a Torres para persuadirlo:
“Hay que poner dinero para evitar males mayores”.
No le dijo para quién, pero había que poner 300 mil dólares.
“Dijo llamarse Ángel”, “tenía entre 30 y 35 años”. Ángel era flaco. Daba las directivas junto con otro. Era -el otro- el que daba las órdenes cuando Angelito no estaba. Hasta que de repente volvió para acabar con la recursiva disculpa. “Todo estaba en regla”.

Dios los Guarde

En la Argentina no ser abogado suele ser siempre un error. Sobre todo cuando las específicas problemáticas de los abogados se elevan hacia las primeras planas.
En efecto, es el mismo titular del Juzgado 5, Norberto Oyarbide, el Dandy Judicial, quien envía, el 27 de diciembre, la “copia certificada de los testimonios”. Los de Greppi y de Torres. Los remite al doctor Martín Irurzun, Presidente de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal. Para “los fines administrativos que estime comprender”. Y para que formalmente “Dios lo Guarde”.
Exigencia dineraria“Ancona y otros, s/ averiguación de delito”. Es la carátula.
En adelante transcurre el turno de la peregrinación tribunalicia. Pasa, durante el verano, por el despacho del Juez Ercolini, en un ida y vuelta hacia el camarista Irurzun.
El minué burocrático prosigue con la competencia del Juez Rodríguez pero vuelve otra vez a Irurzun, que necesita una extraña ampliación del juez Oyarbide. Por el cotillón de “los fines administrativos”.
Y se llega al cercano 10 de marzo cuando Oyarbide aclara “la comisión de hechos de gravedad”. El conocimiento esclarecedor que le había llegado por una “comunicación telefónica” de Carlos Liuzzi, el “funcionario de la Secretaría Legal y Técnica del Poder Ejecutivo”.
Es entonces Liuzzi quién le advierte a Oyarbide que el Grupo de Tareas amedrentaba a los empleados. Y que iba al frente con la “exigencia dineraria”.
“Tamaña información”, de “tan confiable fuente”, motivó a Oyarbide, de acuerdo al relato de Oyarbide, a “ordenar el cese inmediato de todos los procedimientos”. Lo hizo a través del grotesco que complementa la magnitud del episodio. En una documentación debió concluirse a mano, porque habían cortado “el fluido eléctrico” en el edificio de Comodoro Py. En el diciembre memorablemente peor. El más cruel.

Otras inquisiciones (Borges)

¿Quién gira a quién en esta historia? Ideal para el insumo del escándalo. Un commodity natural, el escándalo, como la soja.
¿Habrá que indagar en las posibles diferencias que trascienden, entre el Juez Oyarbide y el secretario Carlos Leyba? Ampliaremos (sólo si viene al caso).
¿Se asiste a un caso explícito de cuentapropismo? Frustrado por el último recurso de un llamado providencial.
El llamado de Greppi a Liuzzi, “un amigo de la vida”, con quien tomaban cafecitos en el Tolón.
Liuzzi es hoy una molestia para Carlos Zannini, El Cenador. Y Máximo, En el Nombre del Hijo, aprovecha a Liuzzi para acosarlo. Para colmo La Doctora está harta que se diga que gobierna Zannini. Y le encuentran servida una escandalosa vulnerabilidad.
Tal vez, o con seguridad, Liuzzi hizo muchas que no correspondían. Pero en esta “exigencia dineraria”, según nuestras fuentes, se comió un garrón. Por advertirle, acaso, al señor Juez:
Exigencia dineraria“Mire doctor que están mangando en su nombre”.
Significa confirmar que Liuzzi cometió el pecado de avivarlo solidariamente a Oyarbide, quien también, con seguridad, hizo varias que no le correspondían. Pero en esta “exigencia dineraría” el juez dormía, acaso, la siesta. Sin imaginar que lo aguardaban para ir por él.
Para arrastrar al dandy excéntrico por el fango. Con la refinada inmanencia del fondo operístico, y entre fastidiosos cortes de luz.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
Posted on 14:19 | Categories:

martes, 18 de marzo de 2014

Cortázar y la primavera del 83

Doble efemérides. A 100 años del nacimiento y 30 de su muerte.

Cortázar y la primavera del 83escribe Carolina Mantegari
Editora del AsísCultural,
especial para JorgeAsísDigital
Podría reconstruirse la motivación real del regreso furtivo de Julio Cortázar a Buenos Aires, durante la primavera de 1983.
Volvía para despedirse. O volvía para facturar su recortada importancia personal, en el marco de la indiferencia popular y oficial que lo degradaba.
La Argentina estaba por estrenar la democracia nueva. Recuperada, como consecuencia del gigantesco fracaso político y la derrota militar.
El intelectual, ya en la frontera de los 70 años, interrumpía la perplejidad del “exilio”, o la solemne circunstancia de la voluntaria emigración. En la búsqueda lícita del romántico reconocimiento.
Pudo haberse entristecido, pero aún nadie puede certificarlo. Los contactos se redujeron al diálogo precipitado con determinados colegas que estaban probablemente en otra onda. Sin graves deseos de retomar la magnitud de las discusiones pendientes. O indagar en las clarificaciones que derivaron en una polémica justamente olvidada con Liliana Heker.
El radical Raúl Alfonsín, con sus 55 años, conmovía al recitar de corrido el preámbulo. Había triunfado sobre el peronista Italo Luder, y se preparaba para asumir la presidencia. Para despedir a la Comisión Liquidadora del Proceso Militar. La “Dictadura” se había suicidado en la dolorosa tergiversación de Malvinas, a los efectos de reproducir las bases inexorables de “la democracia de la derrota”. Como la calificaba el aún lúcido ensayista Alejandro Horowicz.
Las capas medias exhibían la algarabía contagiosa de la victoria. Con el agregado aderezo de la agitación de los intelectuales eufóricos. Ejercían la fascinación por la maravillosa experiencia de haberle prodigado al peronismo la primera paliza fundacional. Pronto, los artesanos del lugar común atribuirían, más adelante, la caída, a la banalidad intuitiva del caudillo expresionista Herminio Iglesias. Por haber acercado su encendedor al infortunio del ataúd de fantasía, en el epílogo de la concentración popular más intensa que se tenga memoria.
Cortázar y la primavera del 83Pero Jorge Luis Borges fue quien mejor sintetizó la ideología subyacente en aquel momento sublime de “esperanza y de cambio”. En la selectiva reunión de “los intelectuales con el presidente electo”, en el hotel de la calle Carlos Pellegrini, un entusiasta Borges le dijo al impactado Alfonsín, con tierna franqueza.
“Gracias a su triunfo, doctor, volví a creer en la democracia”.
Poco costaba traducir políticamente el mensaje explícito de Borges:
“Nunca creí en la democracia porque siempre ganaban los peronistas. Como usted les ganó, ya puedo creer”.

Hora egregia del reparto

Acontecía la alegría del reparto de cargos. El psicoanalista que escribía Pacho O’Donnell iniciaba su periplo de transformaciones y era designado Secretario de Cultura de la Ciudad. El novelista y cineasta Javier Torre, en el Centro Cultural San Martín, donde su gestión iba a adquirir una gran visibilidad. A la ya casi olvidada gran novelista Beatriz Guido se la enviaba como agregada cultural en Madrid (lo que acentuaba la soledad competitiva y la sensación de abandono que signaron los últimos meses de la novelista Martha Lynch). Y a Luis Gregorich -acaso el intelectual más brillante que tuvo el alfonsinismo- se lo estampillaba como embajador ante la Unesco. Pero con la incierta perversidad de saber que Gregorich no podía serlo, por haber nacido en Zagrev, Croacia. Aún se respetaban las normas. Y al consagrado dramaturgo Carlos Gorostiza se le encomendaba la Secretaría de Cultura de la Nación, donde anunciaría la creación idílica del “Trencito Cultural”. Un tren que planificaba democráticamente detenerse con el arte, la literatura y la música por todos los pueblos-estaciones del trayecto. Por suerte aquel trencito no arrancó nunca. Y don Manuel Antín asumía en el Instituto Nacional de Cinematografía. Aunque un inadvertido Aníbal Reynaldo iba a caracterizar el ritmo de la época. Asumía en el Banco Hipotecario Nacional, para instaurar las claves de la revolución pequeño burguesa de los cuantiosos recomendados que se iniciaban como propietarios.
Cortázar y la primavera del 83Entre aquella festiva distribución de próxima inmortalidad no se registraron siquiera las menores intenciones de cederle un poco de importancia al notable visitante de 69 años. Cortázar volvía sin ninguna medialuna enarbolada. Sólo como héroe principal de “la fundación mitológica de París”, según la concepción de David Viñas. Tal vez Cortázar apenas aspiraba a participar de los fastos finales de “la dictadura”. Pero al pobre consagrado no le dieron la menor bolilla. Se lo recuerda vagamente a través de la confesión que mantuvo un cierto sentido de factura televisada. Cuando le dijo al manifestante desinformado, un joven alfonsinista que no lo conocía. “Nosotros, desde el exterior, luchamos por ustedes para vencer a la dictadura”.

Docena de cuentos memorables

A treinta años de su muerte y cien desde su nacimiento, se prepara la multiplicidad de actos para evocar a Julio Cortázar. Escritor que -debe aceptarse- dejó también de ser consumido. Como dejaron de consumirse los textos formidables de Manuel Mujica Lainez, Marco Denevi, Ernesto Sábato, Manuel Puig, Bernardo Kordon o Leopoldo Marechal. Más allá de la excepcionalidad legitimadora. Del circuito cerrado de determinados ámbitos académicos signados por la intrascendencia.
En la Argentina, en la práctica, “el que se muere pierde” (según la concepción de Asís).
Probablemente puedan aprovecharse los aniversarios redondos (como los cien y los treinta) para que el desdichado escritor que partió hacia el olvido logre recuperar algunos lectores. O que se indague, al menos, entre los recursivos buscadores. En las solapas, en wikipedia y en contratapas.
Si Cortázar subsiste es por la docena de cuentos memorables. De los más perfectos e impecables que se produjeron en la literatura universal. Equiparables a los cuentos de Edgar Allan Poe, Anton Chejov, el mismo Borges o Guy de Maupassant. Vaya como ejemplo El perseguidor, La salud de los enfermos, La autopista del sur, Casa Tomada, La noche boca arriba, Torito o La señorita Cora.
Cortázar y la primavera del 83Sin embargo la marca Cortázar será eternamente asociada a Rayuela. Es la novela de vanguardia que finalmente quedó en off side. Pero que revolucionó la literatura entre los sesenta y los ochenta. Motivó que su atractiva superficialidad encantara a millares de oficinistas que anhelaban aventurarse, crecer y recomponerse entre los bulevares de París, mientras proliferaban las muchachas veraniegas que querían ser como La Maga (alguna, ya definitivamente invernal, aún subsiste en la rue de la Paix, casi como clochard).
Pero Rayuela es una novela que soportó mal el crecimiento del pasto salvaje sobre sus páginas. Se cargó del moho espeso. Para legitimarse su relectura como una suerte de guía ajada de turismo del París que se desvaneció. Aunque persista la magia de las maravillosas descripciones del Barrio Latino, del “fuego sordo” de la rue de la Huchette, y la caminata inolvidable con Berthe Trepat.
Pero hoy las tribulaciones de su Morelli yacen como inofensivas veleidades del viejito dulce que fue superado hasta por el propio Juan Filloy. Y la arquitectura interior de la novela ya no sorprende a ningún lector inquieto que surja del cartel literario de la Universidad de Puan. Y el desparpajo humorístico de su “glíglico”, que originariamente generaba risas o sonrisas, hoy casi suena al tartamudeo grotesco del peor Lamborghini. Leónidas.
Otra de sus novelas, “Los Premios”, es portadora de un costumbrismo saludablemente menor. Aún puede incitar una cierta ternura aquel Pelusa que se ganó de “premio” el pintoresco viaje en barco. Sobre todo cuando “bajaba a tomar la leche”. Pese a su colorida irrelevancia, “Los Premios” merece consumirse con más razones que la petulancia narrativa de “62, modelo para armar”. O la fragilidad de “Un tal Lucas”. O los presentables “collages” que resultaban ideales para los regalos empresariales de fin de año. Como “Último round” y “La vuelta al día en ochenta mundos”.
Por un sentido recatado de la misericordia, se aconseja no detenerse en la etapa esclarecida del “compromiso”. Lo menos significativo de su obra. Por la enfática producción de invariables tonterías como “Nicaragua tan violentamente dulce”. Un texto tan perecedero como la misma vigencia del sandinismo.

Vísperas de otra primavera

Pasaron tres décadas de la perdonable distracción oficial de aquella primavera sudamericana.
Cortázar y la primavera del 83En vísperas de la irrupción de la flamante primavera europea, hoy Francia y Argentina se disponen a tributarle juntas el reparador homenaje al gran cuentista Julio Cortázar. A través del máximo nivel de representación institucional.
Después de sobreactuar en la nueva Puerta de Hierro -El Vaticano- su ostensible dependencia espiritual con el Papa Francisco, la presidenta Cristina Fernández, La Doctora, se traslada a París.
Para almorzar un martes con el presidente Francois Hollande, y disponerse un miércoles a inaugurar el Salón del Libro. Con la mano en el “corazón”, y emotivamente acompañada por el fervoroso cariño popular de sus “escritores para la Liberación”.
Carolina Mantegari
para JorgeAsisDigital.com
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